jueves, 27 de agosto de 2009

El amor es la sal de la vida.

Conversación entre mi hermano (a sus cinco años aproximadamente) y mi madre:

Hermano- Cuando sea grande, y sea colectivero, y tenga plata; me voy a comprar una camioneta gigante, y una guitarra eléctrica, y un televisor gigante, y me voy a comprar un avión y voy a viajar por el mundo, y voy a tener una casa gigante con una pared con una pecera llena de tiburones...

Madre (interrumpiendo)- ¡Hay! Hijo ¿y el amor?

Mi hermano se queda pensativo un momento.

Hermano- ¿Eso que vos le ponés a la comida? Si, también... ¿Y eso dónde se compra?


lunes, 17 de agosto de 2009

Crimen y Castigo

. Las penitencias y castigos "normales" no aplicaban en mi casa.
Tengo un vago conocimiento por experiencias de amigos. Supongo que los más comunes son:

- ir a dormir sin comer.
- comer verduras si uno quiere un postre rico
- eliminar la posibilidad de llamadas telefónicas y en casos extremos, poner candado al tel.
- no mirar televisión, no usar la computadora o la consola de juegos, etc.
- Prohibición de ir a jugar a lo de un amigo o que algún amigo venga a casa.
-Prohibición de salir al boliche.
- Castigos físicos como: chirlos, patadas, palizas, cinturonazos, fustazos, etc.

. Mi madre descreía de este tipo de castigos y penitencias por el solo hecho de que a ella le causaban o malestares, o inconvenientes.
. Por ejemplo, si nos daba un chirlo o nos mandaba a dormir sin comer, la que se sentiría mal, sería ella; por remordimiento de madre. Si, en cambio, no dejaba que fuéramos a lo de un amigo o que un amigo venga a casa, en ese caso la ibamos a molestar a ella porque estaríamos dando vuelta a su alrededor, diciendo que estábamos aburridos o haciendo despelote en la casa mientras ella tenía que trabajar o hacer alguna cosa.

. Las penitencias-castigo que mi madre nos imponía eran mucho más racionales y debían cumplir una condición inexorable: le tenían que traer un beneficio a ella (que nos disgustara hacerla era más un bonus track, un plus, que una condición). De esta manera los castigos-penitencia eran: rellenar y hacer el repulgue de 36 empanadas, barrer el comedor, limpiar los platos, hacer las compras, limpiar una habitación... en general, cualquier tarea doméstica (o varias) servia ya que siempre hay algo para hacer en la casa y a ella le quitaba tiempo para sus cosas. Primero, debíamos cumplir. Luego de realizarla, podíamos hacer lo que quisiéramos.
. Lo que si recuerdo marcadamente es que limpiar los dos baños de la casa, era considerado como una prisión perpetua en Siberia.

lunes, 10 de agosto de 2009

Está Claro que lo de Movistar es algo Personal

. El primer celular que hubo en mi familia fue un Startac de Motorola. Se lo "regalaron" a mi madre, junto con un caro seguro, en una deslumbrante calle de Buenos Aires. A la línea la asignaron rápidamente y éramos felices como monos con banana nueva, llamando del fijo al celular y del celular al fijo. Junto con el teléfono, venia "de regalo" una "funda" de plástico con la cual se podía llevar el teléfono a la cintura.
. Si no lo recuerdan, este es el teléfono y su belt carrier:


. Mi madre, cuando viene a Buenos Aires, aprovecha para darse un par de lujos femeninos como ir a una peluquería cara a donde le dejan el pelo mas o menos igual y le cobran una fortuna además de venderle un par de cremas más caras todavía. En esa ocasión, al otro día de que compró (perdón... le "regalaron") el celular, tenía planeado ir al peluquero (perdón... al coiffure) y nos dice, cual quinceañera de pueblo rica que los papis le trajeron un regalo caro de La Capital: "Hagamos una cosa, ahora yo voy a la peluquería y ustedes me llaman así yo, como quien no quiere la cosa, saco el telefonito y hago roncha con las otras señoras gordas".
. Hecho el trato, esperamos los 40 minutos que ella iba a tardar en llegar al lugar y estar más o menos a mitad de la faena... y llamamos... Nadie atendió. "no alcanzó a sacar el celu del bolso" fue el primer pensamiento y llamamos nuevamente... y llamamos... y llamamos... pero nadie atendió. La primera media hora llamamos continuamente y luego cada cinco minutos, aproximadamente. Nadie atendió nunca. Con mis hermanos, en el departamento, comenzamos a preocuparnos ya que habíamos estado probando el celular y funcionaba de maravillas, habíamos hablado y la línea estaba habilitada; nuestro teléfono nos indicaba que estaba sonando, del otro lado, en un lugar incierto de la capital, un flamante celular Startac.
. Una hora y media más tarde, mientras seguíamos llamando ya en un estado de preocupación más que considerable y establecíamos jerarquías de posibles situaciones que iban desde "le robaron la cartera" hasta "está muerta en una zanja con un celular sonando al lado", escuchamos el ascensor y luego el característico sonido chillón del celu en el pasillo. Abrimos la puerta apresuradamente y allí estaba nuestra madre, con el celular en la mano y cara de neófito aturdido.
. ¡Qué pasó! Me parece que se rompió, no se puede abrir, estuvo sonando todo el tiempo y como la tapita está tan dura, tampoco lo podía apagar. Está trabado. ¿Cómo? No puede ser, si es súper fácil abrirlo. Tené nene, a ver si vos podés... ¡Mamá! Para abrirlo... primero tenés que ¡SACARLO DE LA CARCASA!

lunes, 3 de agosto de 2009

Me lo contó un pajarito...

En la casa de infancia, yo tengo la pieza separada de la estructura principal. Una cómoda habitación en el fondo del predio que era mi mundo.
Hace unos años ya, en la parte de adelante, mi madre escucha sonar el teléfono.

Madre- ¿Hola?

Amigo- Hola, señora. ¿Estaría Suhijo? Somos unos compañeros del colegio.

Madre- No, no está.

Amigo- ¿No sabe dónde está? Porque nos teníamos que juntar en mi casa para hacer un trabajo que hay que entregar mañana en el colegio y todavía no vino.

Madre- La verdad es que si está, pero está atrás en su pieza y no tengo ganas de ir hasta allá a buscarlo.
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