miércoles, 29 de julio de 2009

Nunca taxi

. Cuando estamos en Buenos Aires y tenemos que ir a alguna parte en taxi, mi madre y yo vamos en dos autos diferentes. Ella no quiere viajar en el mismo taxi que yo desde el último incidente...

. Cargados de cajas y bolsas de compras, tomamos un taxi en la puerta del último negocio que visitamos. Una vez arriba, el taxista arrancó como si lo corriera el demonio y de una de las bolsas se desprendió un suéter rojo que acabábamos de comprar. El abrigo fue a parar contra la cara de mi madre al mismo tiempo que, con cierto cantito extraño, el chofer nos preguntaba "¿aaaaaa dóndeeee? Le dije la dirección mientras veía como pasaba un semáforo en rojo, que mi madre no vio porque se estaba sacando el suéter de la cara. El viaje era corto. Mi madre le dijo que baje la velocidad y a regañadientes, el tipo desaceleró en un tono tan justo como para que ambos nos viniéramos hacia adelante, con todos los paquetes, pero no tanto para que nos quejemos. Sobre el espejo retrovisor colgaba uno de esos esqueletos que brillan en la oscuridad, "ahorcado" con un hilo choricero y amarillento, mientras por la radio se escuchaba al "Bobo Etcheco***" que refunfuñaba sobre los peruanos que se hacían millonarios plantando cebollines en nuestro país y cómo esos peruanos andaban en cuatro por cuatro mientras en su Perú se habían cagado de hambre y que él, que había trabajado "honradamente" toda su vida, no iba a poder nunca comprarse una camioneta de esas.
. Mientras yo pensaba en por qué, entonces, el Bobo no se ponía culo arriba en las zanjas a plantar cebollines como los peruanos y se dejaba de quejar; el tachero comenzó a decir que los peruanos eran unos roñosos porque "cagan en la calle como animales". Entonces, me empecé a cebar y a discutir con el taxista:
-No es que sean unos roñosos.
. El taxista se callo un instante y luego continuó:
-¿cómo que no son unos roñosos? Todos los dias veo uno cagando o meando en la calle.
-¿y qué quiere que hagan? Se hacen un viaje de tres horas para ponerse a vender y en algún momento les da ganas.
-Y... pero que vayan a un baño.
-¿A qué baño? La casa les queda a tres horas tomando dos colectivos y un tren. Si van a un bar o a algún restaurante no se lo dejan usar y si tienen una estación de servicio cerca, a la tercera vez que piden la llave, se la niegan.
. El taxista ajustó el espejo retrovisor para mirarme a la cara y el viaje transcurrió en ese tono. A medida que yo discutía con él, desde detrás de las cajas y bolsas, se las ingenió para acelerar cada vez más a medida que nos acercábamos a destino. Las últimas cuatro cuadras, entonces, fueron discutiendo con el taxista e intentando mantener el equilibrio no solo de las cajas y bolsas sino de nosotros mismos en el asiento trasero. Mi madre se zamarreaba de un lado para el otro como un equilibrista borracho de los acróbatas chinos.

Una vez en el departamento mi madre me dice:
-No viajo nunca más con vos en taxi
-¿Por?
-Siempre que voy con vos, nos tocan taxistas locos. Una vez el que escuchaba y cantaba tangos a los gritos, otra vez el que no sabía donde quedaba la dirección y paró cuarenta veces a mirar la guía T; la anterior, el que se quejaba de lo mal que manejaba el resto mientras él habló por celular todo el camino. Y para colmo, cada vez que estamos en un taxi, y el taxista escucha radio ten, vos te pones a discutir con él.
-Es que es divertido.
-Sos el imán de todos los taxistas desquiciados de Buenos Aires. Yo con VOS, no viajo nunca más.

martes, 21 de julio de 2009

La primera de arena.

. Como ya he comentado, mi madre es "dotora" en filosofía y letras. Dentro de su materia, es especialista en algo extremadamente puntual y antiguo de la filología de una lengua muerta.
. En cierta ocasión, en la que nos encontrábamos en plena deglución después de un arduo día de colegio -alla por la era de del pollo al horno-, se me ocurrió preguntar en qué le servía a La Humanidad lo que ella hacía; de qué manera, esas tan específicas investigaciones que hacía ella y su grupo de colaboradores, contribuía al mejoramiento del Mundo. En ese momento mi madre quedó paralizada y mirándome fijo, con la panera en la mano, esperando que yo termine de hablar.
. No se por qué, a mi se me ocurrió terminar mi exposición con algo parecido a "a quien carajo le puede importar sobre si tal o cual cosa. Si eso no se supiese nunca, el mundo sería lo mismo y nada hubiese cambiado" y coroné el cierre con un chasquido de mi lengua contra uno de los caninos, en evidente satisfacción por la comida que recién terminaba.
. A lo que ella respondió:
. -¿¡Sabes para qué sirve!?
. Yo me incorporé atento en la silla.
. -Para que VOS comas todos los días. Para eso sirve.
. Ella se fue a la cocina con la panera y yo me quedé con los ojos abiertos y pensando "Touché", como un boludo.

jueves, 2 de julio de 2009

Diálogo:

DOMINGO. DIEZ DE LA MAÑANA.
Mientras miramos algo en la tele con mis hermanos, mi madre se asoma a la puerta de la habitación:

Madre- Chicos: ¿Qué quieren almorzar? ¿Milanesas con huevo frito y papas fritas, o fideos con tuco?

Nosotros (al unísono y haciendo fiesta)- ¡MILANESAS CON HUEVO FRITO Y PAPAS FRITAS!

Mi madre piensa un milisegundo.

Madre- No, no, no. Muy difícil. Además tengo tuco congelado; así que comemos fideos.


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