viernes, 18 de diciembre de 2009

Última parada

. Subimos al subterráneo sin pensar demasiado, deslumbrados por la novedad del turista novato y pajuerano. Teníamos que hacer unas cuantas estaciones y estaríamos en pleno Central Park y caminando por la "fifth avenue".
. Mientras el subterráneo avanzaba en su recorrido, nosotros charlábamos sobre las cosas que debíamos visitar y las prioridades turísticas para esa escueta semana que nos daba el triángulo Buenos Aires-Nueva York-Madrid.
. Algo que me sorprendió de la gente de la Gran Manzana es que, si notaban que te habían movido el flequillo con la briza de su paso, inmediátamente se disculpaban de forma enfermiza. Uno esperaba que en algún momento, alguno se pusiera de rodillas, llorando y suplicando perdón porque te había tocado con el sobretodo. Esto sucedía en pleno centro de Manhattan, en especial con la gente de traje y sobretodo; a medida que te acercas a los barrios, la gente se vuelve más normal.
. En un momento subieron al vagón un grupo de muchachos "hiphoperos". Uno de ellos llevaba un enorme minicomponente sobre el hombro y escuchaban música a todo volumen, mientras miraban con cara parda, pero adolescente, al resto del pasaje. Me pareció muy "pintoresco" y amenizaron el viaje durante tres estaciones. Le dieron un respiro a la paranoia del "I´m sorry" que en solo un día consiguió hincharme las pelotas. Seguimos charlando sobre pavadas, mientras las estaciones pasaban; yo cada tanto miraba los carteles para ver si era nuestra parada... hasta que en un momento comencé a darme cuenta. Miré la rubia cabellera de Mimadre, pegué una rápida recorrida visual por el vagón y me acerque al oído de Mimadre para decirle: "ma, ¿te diste cuenta que desde hace tres estaciones ya no hay más gente blanca en el vagón?". Creo que ella no entendió lo que le quise decir, porque lo tomó como una casualidad divertida.
. Dos estaciones más tarde comenzó a incomodarme que la señora que estaba sentada delante nuestro nos mirara fijo. Cuando el tren se detuvo en la siguiente estación, la señora miró a las dos personas que tenia a su lado, quienes le devolvieron la misma mirada interrogante. Nosotros seguíamos sentados en nuestros lugares. La mujer se acercó a nosotros y nos dijo "esta es la última parada", con voz compungida, y salió del vagón. Cuando salimos busqué el cartel con el nombre de la estación, que confirmó mis sospechas: "BRONX".
. Nos acercamos a un hombre que estaba apoyado sobre una baranda, con las piernas cruzadas y embotado detrás de un enorme periódico. "Disculpe ¿para ir a la quinta avenida?". El hombre bajó el periódico y su sonrisa perlada se transfiguró en preocupación de enormes y blancos ojos saltones cuando vio a las dos personas que le hablaban. "¿¡Manhattan!?", dijo, y sin siquiera esperar una confirmación, miró rápidamente a ambos lados, nos tomó de los hombros, nos giró y empujó rápida pero gentilmente en un recorrido indescifrable por unas escaleras hasta que nos metió dentro de un vagón del subterráneo que volvía. Esperó en la puerta -mirando hacia los dos lados como un guardián- hasta que se cerró y el tren comenzó su marcha de vuelta.


miércoles, 18 de noviembre de 2009

Introducción:

En la única ocasión que pude hacer un viaje grande, mi madre sentenció:

"Yo creí que estando con vos iba a poder conocer la noche de Nueva York"

En Nueva York, no parábamos en "The Big Apple"... sino en el Harlem Latino.

Continuará...

lunes, 26 de octubre de 2009

La Mexicana

. En una etapa de fiestas adolescentes en casa, se nos dio por comprar tequila. Como en general a esas fiestas asistían amigos míos y de mis hermanos que, a su vez, pertenecían a diferentes grupos, la función del tequila era amalgamar. Cuando se arman fiestas con gente proveniente de diversos círculos, estos tienden a sectorizarse y no a mezclarse, por lo que queda un grupito acá, otro allá, otro que se apodera de la bandeja de CDs, unos que se van afuera, etc. Pero, cuando aparecía el ritual del tequila, todos se reunían en una gran mesa y comenzaban a mezclarse. Para la tercera ronda era un solo grupo de gente charlando y aparecía una guitarra, se cantaba a capella o se formaba una masa de gente en el medio del ambiente y cada canción se bailaba con una persona distinta. Si; éramos jóvenes, lindos y creíamos que nos llevábamos el mundo por delante.

. De esas juergas, en alguna ocasión sobró algún culito de tequila que descansó durante un tiempo en el mueble de bebidas hasta que Mimadre aprovechó para probarlo.

. A la pregunta de “¿y esto, cómo se toma?", Mis hermanos y yo armamos una mesa con un limón cortado en 4 gajos, un toc-toc y un platito con sal. Mi hermano explicó: “Mojate el dorso de la mano así, con la lengua, para que se te pegue la sal. Le das un lengüetazo rápido, tomás el tequila de un saque y después mordés una rodaja de limón para darle sabor.”

. Mimadre se dispuso a probar el tequila. Toc toc servido, se pone sal en la mano y comienza a lamérsela dando un largo lengüetazo, como si fuese un caballo al que le dan un premio, hasta que no le quedo más sal en la mano. Con cara de haber estado chupando sal, toma el toc toc y comienza a beberlo lentamente (tardo unos 7 o 10 eternos segundos en beberse el vasito). A medida que “libaba” el tequila más que tomarlo, su rostro comenzó a deformarse; parecía que Ms. Hyde iba a surgir después de tomar ese brebaje mexicano de dudosa calidad. Se el comenzó a derramar el tequila por la comisura, intentó pararlo con la mano y la mitad de la medida cayó sobre el pulóver de lana. El vasito casi estalla cuando, desesperadamente, lo deja sobre la mesa y agarra un gajo de limón, se lo mete a la boca y comienza a masticar, con cáscara y todo, retorciéndose ante la acides implacable del cítrico. Un minuto después, con la cara roja y lagrimeando, sentencia: “la verdad es que no le encuentro la gracia a esto del tequila.”

domingo, 18 de octubre de 2009

domingo, 11 de octubre de 2009

Mensajitos.

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Nadie me saludó hoy
para el día de la
madre.
De:Mama Cel
7:32pm 11-OCT-09
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Es q No es el día de
la madre me dicen acá.
De:Mama Cel
7:37pm 11-OCT-09
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jueves, 1 de octubre de 2009

Et voilà!

Comenzó como podría comenzar una película francesa de Cantet:

INT. ESTACIÓN DE SUBTERRÁNEOS MIRAIL-UNIVERSITÉ. DÍA

. La estación de la ciudad de Toulouse, Francia, esta vacía. Un reloj de leads rojos muestra "dimanche XX/XX 9:23". La luz de tubos de la estación baña todo el lugar de forma difusa y pareja, el metal reluciente y las paredes blancas dan ese tono impersonal que tienen algunos lugares europeos, propios del bienestar y neutralidad del primer mundo o de las pesadillas de Huxley. La linea del andén se pierde en una fuga al infinito, junto con las paredes que lo enfrentan. Sobre una de las paredes, una garita metálica encierra a una chica vestida de chaqueta azul y rodete en el pelo. La chica está inmóvil, mirando hacia adelante. Detrás de la garita, una luz de otro tono indica una salida hacia el exterior.

SE ESCUCHAN UNOS PASOS
QUE COMIENZAN A REVERBERAR
CADA VEZ CON MAS INTENSIDAD.

. La mujer de la garita gira levemente la cabeza hacia los pasos, esperando. De la luz que da al exterior entra Mimadre vestida con pantalones negros, una blusa clara, una camperita de cuero marrón, lentes oscuros y una mochila verde petróleo a la espalda. Se acerca a la garita, se saca los lentes, se descuelga la mochila, la abre, busca dentro de la mochila mientras sostiene los lentes en la mano, continua buscando, deja los lentes sobre el mostrador de la garita, se agacha, apoya la mochila en el suelo, busca dentro de la mochila, saca cosas de a una y las va colocando alrededor de la mochila, encuentra lo que buscaba. Deja las cosas y la mochila en el suelo y se levanta. Abre el monedero y le da un billete a la muchacha. La muchacha le da una tarjeta de pasaje y el cambio. Mimadre toma el pasaje, guarda el cambio y se agacha a meter las cosas nuevamente en la mochila. Sale caminando hacia los molinillos, la chica de rodete golpea el cristal de la garita, Mimadre se da vuelta, la chica le señala los lentes sobre el mostrador de la garita. Mimadre vuelve y toma los lentes. Mimadre camina hacia los molinillos. Los molinillos están a mitad del andén. Mimadre llega a los molinillos, inserta la tarjeta de pasaje. La maquina chupa la tarjeta y comienza a hacer ruidos extraños, ruidos que no son de maquina del primer mundo.

LA MAQUINA HACE RUIDOS
DE MOLINILLOS DE
ESTACIÓN RETIRO,
ESFORZÁNDOSE POR TRABAJAR,
RUIDOS DE MOLINILLO DE TERCER MUNDO.

. La máquina escupe la tarjeta nuevamente hacia atrás y muestra "erreur" en el display. Mimadre vuelve a colocar la tarjeta una y otra vez más pero la maquina sigue mostrando "error" en la pantalla. Mimadre toma la tarjeta; prueba el molinillo para ver si gira, pero esta trabado. Mira hacia ambos lados del anden vacío y se manda por debajo del molinillo. Tiene la cabeza del otro lado, pero se le trabo la mochila, tironea y tironea pero no logra zafar.

SE ESCUCHAN REPETIDOS SILVATAZOS.

. De la nada, aparece corriendo un policía francés con un silvato en la mano y comienza a increparla. Mimadre está atrapada debajo del molinillo e intenta explicar su proceder. El policía, ferrea y evidéntemente, le indica la falta que está cometiendo. Mimadre intenta explicar qué pasó en un inglés casi ininteligible.

OFICIAL DE POLICÍA
Je ne parle pas l'anglais

. Mimadre, en su desesperación, pronuncia las únicas palabras de francés que aprendió para sobrevivir en un país negado al aprendizaje del idioma anglosajón.

MIMADRE
Café au lait. ¡Café au lait!

El policía francés, envuelto en su primera experiencia surrealista, se queda mirando a Mimadre atrapada, agachada, en el molinillo. Mimadre toma la tarjeta y la levanta lo más alto que puede desde su posición.

MIMADRE
¡Error! ¡Error!

. El policía toma la tarjeta, la revisa. Mira la gran flecha blanca que indica en que posición hay que poner la tarjeta dentro de la máquina, la coloca en la máquina y el molinillo acciona a la presión ejercida por los tironeos de Mimadre que, en un movimiento involuntario pero feliz, se para y evita quedar desparramada en el medio del andén.

. Empezó como una película francesa... pero terminó como una comedia argentina de Juan José Jusid.



jueves, 10 de septiembre de 2009

Desde el otro lado...

Hace unos días, hablando sobre este mismísimo blog con Mi Madre (si, lo lee... attenti ai commenti) me contó una anécdota, pero desde su lado.

Hacía unos pocos meses que, junto con mi hermana, habíamos venido a estudiar en La Maldita Ciudad de Buenos Aires. Una amiga de la familia, junto con su hija, había venido desde Chile a dar una paseito por nuestra capital y mi madre aprovechó para darse también una vueltecita, compartir un par de cafés y una salida al teatro.

Según sus propias palabras: "cuando salíamos a pasear ustedes se nos pegaban como una lapa a todo lugar que íbamos, y nosotras queríamos tomarnos un par de cafés a solas y chumear lo que no habíamos chusmeado en años. Estaban insoportables, porque en lugar de hacer la suya, se nos pegaban y no había forma de escaparse. En un momento, no se cómo, los perdimos de vista, y para despistarlos no se nos ocurrió mejor idea que volver al departamento a charlar tranquilas mientras ustedes nos buscaban como huérfanos primerizos. Me acuerdo; que entramos al departamento, preparamos unos mates, y veo que sobre el escritorio vos tenías un cigarrillo de marihuana armado. Así que nos sentamos en el suelo a tomar mate y no acabamos de darle una pitada cada una que entraron los tres haciendo barullo. Evidentemente habían descubierto nuestro truquillo de madres; pero lo peor fue que no solo entraron a hinchar las bolas, gritar como megáfonos descompuestos y no dejarnos charlar ni un minuto a solas sino que además se fumaron todo el porro entre los tres y no nos dejaron nada. Ustedes también tienen lo suyo, nene."


jueves, 27 de agosto de 2009

El amor es la sal de la vida.

Conversación entre mi hermano (a sus cinco años aproximadamente) y mi madre:

Hermano- Cuando sea grande, y sea colectivero, y tenga plata; me voy a comprar una camioneta gigante, y una guitarra eléctrica, y un televisor gigante, y me voy a comprar un avión y voy a viajar por el mundo, y voy a tener una casa gigante con una pared con una pecera llena de tiburones...

Madre (interrumpiendo)- ¡Hay! Hijo ¿y el amor?

Mi hermano se queda pensativo un momento.

Hermano- ¿Eso que vos le ponés a la comida? Si, también... ¿Y eso dónde se compra?


lunes, 17 de agosto de 2009

Crimen y Castigo

. Las penitencias y castigos "normales" no aplicaban en mi casa.
Tengo un vago conocimiento por experiencias de amigos. Supongo que los más comunes son:

- ir a dormir sin comer.
- comer verduras si uno quiere un postre rico
- eliminar la posibilidad de llamadas telefónicas y en casos extremos, poner candado al tel.
- no mirar televisión, no usar la computadora o la consola de juegos, etc.
- Prohibición de ir a jugar a lo de un amigo o que algún amigo venga a casa.
-Prohibición de salir al boliche.
- Castigos físicos como: chirlos, patadas, palizas, cinturonazos, fustazos, etc.

. Mi madre descreía de este tipo de castigos y penitencias por el solo hecho de que a ella le causaban o malestares, o inconvenientes.
. Por ejemplo, si nos daba un chirlo o nos mandaba a dormir sin comer, la que se sentiría mal, sería ella; por remordimiento de madre. Si, en cambio, no dejaba que fuéramos a lo de un amigo o que un amigo venga a casa, en ese caso la ibamos a molestar a ella porque estaríamos dando vuelta a su alrededor, diciendo que estábamos aburridos o haciendo despelote en la casa mientras ella tenía que trabajar o hacer alguna cosa.

. Las penitencias-castigo que mi madre nos imponía eran mucho más racionales y debían cumplir una condición inexorable: le tenían que traer un beneficio a ella (que nos disgustara hacerla era más un bonus track, un plus, que una condición). De esta manera los castigos-penitencia eran: rellenar y hacer el repulgue de 36 empanadas, barrer el comedor, limpiar los platos, hacer las compras, limpiar una habitación... en general, cualquier tarea doméstica (o varias) servia ya que siempre hay algo para hacer en la casa y a ella le quitaba tiempo para sus cosas. Primero, debíamos cumplir. Luego de realizarla, podíamos hacer lo que quisiéramos.
. Lo que si recuerdo marcadamente es que limpiar los dos baños de la casa, era considerado como una prisión perpetua en Siberia.

lunes, 10 de agosto de 2009

Está Claro que lo de Movistar es algo Personal

. El primer celular que hubo en mi familia fue un Startac de Motorola. Se lo "regalaron" a mi madre, junto con un caro seguro, en una deslumbrante calle de Buenos Aires. A la línea la asignaron rápidamente y éramos felices como monos con banana nueva, llamando del fijo al celular y del celular al fijo. Junto con el teléfono, venia "de regalo" una "funda" de plástico con la cual se podía llevar el teléfono a la cintura.
. Si no lo recuerdan, este es el teléfono y su belt carrier:


. Mi madre, cuando viene a Buenos Aires, aprovecha para darse un par de lujos femeninos como ir a una peluquería cara a donde le dejan el pelo mas o menos igual y le cobran una fortuna además de venderle un par de cremas más caras todavía. En esa ocasión, al otro día de que compró (perdón... le "regalaron") el celular, tenía planeado ir al peluquero (perdón... al coiffure) y nos dice, cual quinceañera de pueblo rica que los papis le trajeron un regalo caro de La Capital: "Hagamos una cosa, ahora yo voy a la peluquería y ustedes me llaman así yo, como quien no quiere la cosa, saco el telefonito y hago roncha con las otras señoras gordas".
. Hecho el trato, esperamos los 40 minutos que ella iba a tardar en llegar al lugar y estar más o menos a mitad de la faena... y llamamos... Nadie atendió. "no alcanzó a sacar el celu del bolso" fue el primer pensamiento y llamamos nuevamente... y llamamos... y llamamos... pero nadie atendió. La primera media hora llamamos continuamente y luego cada cinco minutos, aproximadamente. Nadie atendió nunca. Con mis hermanos, en el departamento, comenzamos a preocuparnos ya que habíamos estado probando el celular y funcionaba de maravillas, habíamos hablado y la línea estaba habilitada; nuestro teléfono nos indicaba que estaba sonando, del otro lado, en un lugar incierto de la capital, un flamante celular Startac.
. Una hora y media más tarde, mientras seguíamos llamando ya en un estado de preocupación más que considerable y establecíamos jerarquías de posibles situaciones que iban desde "le robaron la cartera" hasta "está muerta en una zanja con un celular sonando al lado", escuchamos el ascensor y luego el característico sonido chillón del celu en el pasillo. Abrimos la puerta apresuradamente y allí estaba nuestra madre, con el celular en la mano y cara de neófito aturdido.
. ¡Qué pasó! Me parece que se rompió, no se puede abrir, estuvo sonando todo el tiempo y como la tapita está tan dura, tampoco lo podía apagar. Está trabado. ¿Cómo? No puede ser, si es súper fácil abrirlo. Tené nene, a ver si vos podés... ¡Mamá! Para abrirlo... primero tenés que ¡SACARLO DE LA CARCASA!

lunes, 3 de agosto de 2009

Me lo contó un pajarito...

En la casa de infancia, yo tengo la pieza separada de la estructura principal. Una cómoda habitación en el fondo del predio que era mi mundo.
Hace unos años ya, en la parte de adelante, mi madre escucha sonar el teléfono.

Madre- ¿Hola?

Amigo- Hola, señora. ¿Estaría Suhijo? Somos unos compañeros del colegio.

Madre- No, no está.

Amigo- ¿No sabe dónde está? Porque nos teníamos que juntar en mi casa para hacer un trabajo que hay que entregar mañana en el colegio y todavía no vino.

Madre- La verdad es que si está, pero está atrás en su pieza y no tengo ganas de ir hasta allá a buscarlo.

miércoles, 29 de julio de 2009

Nunca taxi

. Cuando estamos en Buenos Aires y tenemos que ir a alguna parte en taxi, mi madre y yo vamos en dos autos diferentes. Ella no quiere viajar en el mismo taxi que yo desde el último incidente...

. Cargados de cajas y bolsas de compras, tomamos un taxi en la puerta del último negocio que visitamos. Una vez arriba, el taxista arrancó como si lo corriera el demonio y de una de las bolsas se desprendió un suéter rojo que acabábamos de comprar. El abrigo fue a parar contra la cara de mi madre al mismo tiempo que, con cierto cantito extraño, el chofer nos preguntaba "¿aaaaaa dóndeeee? Le dije la dirección mientras veía como pasaba un semáforo en rojo, que mi madre no vio porque se estaba sacando el suéter de la cara. El viaje era corto. Mi madre le dijo que baje la velocidad y a regañadientes, el tipo desaceleró en un tono tan justo como para que ambos nos viniéramos hacia adelante, con todos los paquetes, pero no tanto para que nos quejemos. Sobre el espejo retrovisor colgaba uno de esos esqueletos que brillan en la oscuridad, "ahorcado" con un hilo choricero y amarillento, mientras por la radio se escuchaba al "Bobo Etcheco***" que refunfuñaba sobre los peruanos que se hacían millonarios plantando cebollines en nuestro país y cómo esos peruanos andaban en cuatro por cuatro mientras en su Perú se habían cagado de hambre y que él, que había trabajado "honradamente" toda su vida, no iba a poder nunca comprarse una camioneta de esas.
. Mientras yo pensaba en por qué, entonces, el Bobo no se ponía culo arriba en las zanjas a plantar cebollines como los peruanos y se dejaba de quejar; el tachero comenzó a decir que los peruanos eran unos roñosos porque "cagan en la calle como animales". Entonces, me empecé a cebar y a discutir con el taxista:
-No es que sean unos roñosos.
. El taxista se callo un instante y luego continuó:
-¿cómo que no son unos roñosos? Todos los dias veo uno cagando o meando en la calle.
-¿y qué quiere que hagan? Se hacen un viaje de tres horas para ponerse a vender y en algún momento les da ganas.
-Y... pero que vayan a un baño.
-¿A qué baño? La casa les queda a tres horas tomando dos colectivos y un tren. Si van a un bar o a algún restaurante no se lo dejan usar y si tienen una estación de servicio cerca, a la tercera vez que piden la llave, se la niegan.
. El taxista ajustó el espejo retrovisor para mirarme a la cara y el viaje transcurrió en ese tono. A medida que yo discutía con él, desde detrás de las cajas y bolsas, se las ingenió para acelerar cada vez más a medida que nos acercábamos a destino. Las últimas cuatro cuadras, entonces, fueron discutiendo con el taxista e intentando mantener el equilibrio no solo de las cajas y bolsas sino de nosotros mismos en el asiento trasero. Mi madre se zamarreaba de un lado para el otro como un equilibrista borracho de los acróbatas chinos.

Una vez en el departamento mi madre me dice:
-No viajo nunca más con vos en taxi
-¿Por?
-Siempre que voy con vos, nos tocan taxistas locos. Una vez el que escuchaba y cantaba tangos a los gritos, otra vez el que no sabía donde quedaba la dirección y paró cuarenta veces a mirar la guía T; la anterior, el que se quejaba de lo mal que manejaba el resto mientras él habló por celular todo el camino. Y para colmo, cada vez que estamos en un taxi, y el taxista escucha radio ten, vos te pones a discutir con él.
-Es que es divertido.
-Sos el imán de todos los taxistas desquiciados de Buenos Aires. Yo con VOS, no viajo nunca más.

martes, 21 de julio de 2009

La primera de arena.

. Como ya he comentado, mi madre es "dotora" en filosofía y letras. Dentro de su materia, es especialista en algo extremadamente puntual y antiguo de la filología de una lengua muerta.
. En cierta ocasión, en la que nos encontrábamos en plena deglución después de un arduo día de colegio -alla por la era de del pollo al horno-, se me ocurrió preguntar en qué le servía a La Humanidad lo que ella hacía; de qué manera, esas tan específicas investigaciones que hacía ella y su grupo de colaboradores, contribuía al mejoramiento del Mundo. En ese momento mi madre quedó paralizada y mirándome fijo, con la panera en la mano, esperando que yo termine de hablar.
. No se por qué, a mi se me ocurrió terminar mi exposición con algo parecido a "a quien carajo le puede importar sobre si tal o cual cosa. Si eso no se supiese nunca, el mundo sería lo mismo y nada hubiese cambiado" y coroné el cierre con un chasquido de mi lengua contra uno de los caninos, en evidente satisfacción por la comida que recién terminaba.
. A lo que ella respondió:
. -¿¡Sabes para qué sirve!?
. Yo me incorporé atento en la silla.
. -Para que VOS comas todos los días. Para eso sirve.
. Ella se fue a la cocina con la panera y yo me quedé con los ojos abiertos y pensando "Touché", como un boludo.

jueves, 2 de julio de 2009

Diálogo:

DOMINGO. DIEZ DE LA MAÑANA.
Mientras miramos algo en la tele con mis hermanos, mi madre se asoma a la puerta de la habitación:

Madre- Chicos: ¿Qué quieren almorzar? ¿Milanesas con huevo frito y papas fritas, o fideos con tuco?

Nosotros (al unísono y haciendo fiesta)- ¡MILANESAS CON HUEVO FRITO Y PAPAS FRITAS!

Mi madre piensa un milisegundo.

Madre- No, no, no. Muy difícil. Además tengo tuco congelado; así que comemos fideos.


viernes, 26 de junio de 2009

Las Eras Gastronómicas

La Historia de mi familia se divide en Eras. De esa forma, con mis hermanos, podemos posicionarnos rápidamente en un período histórico determinado y contextualizar una situación. Estas Eras están definidas por acontecimientos gastronómicos específicos que se extendieron en un lapso de tiempo determinado y marcaron a fuego nuestra existencia... ya sabemos gracias a quien, no creo que sea necesario mencionarla.

Pongo un gráfico de las Eras y duraciones relativas (click para agrandar):



La Era de la Sopa (licuada): Primitiva y espantosa como suena, en esa etapa todo era verde musgo. Siempre la relacioné con el Pantano del Hedor Eterno por su consistencia y por cómo burbujeaba de la misma forma sobre la hornalla de la cocina. Por otra parte, la imagen mental que me quedó es la de Caldo Primordial.

La Era de la Milanesa de Soja
: La etapa desértica y sin sabor. Meses y meses donde lo más sabroso de la comida era el vaso de agua con el que pasar esa pasta pegajosa por la garganta.

La Era de la Sopa de Repollo (Dieta de la NASA): La hacía en olla tipo regimiento, así que sabías que SIEMPRE estaba porque se calentaba en microondas y antes de cada comida.

La Era del pollo al horno: Un respiro exquisito y simple.

La Era de los brotes de soja: La comida principal podía cambiar, pero la guarnición era siempre de gusanos blancos.

Era del Pez pollo con hinojo: Al horno y sin nada más. No fue tan mala, pero mis hermanos la sufrieron mucho. Por suerte se matizó con la Era de las Empanadas Nocturnas (que siguió durante bastante tiempo).

Era de las Supremas de Pollo: Unida a la de las Empanadas Nocturnas, fue la Edad de Oro de la gastronomía familiar.

Era de las Carnes: Habla por si misma... Mi madre en esa época hacía dieta macrobiótica.

Era de las Tartas: Tartas variadas (de verduras) y abiertas (con una sola tapa). Fue la última en la que estuve antes de mudarme. No era mala, pero tampoco la mejor. Siempre quedará en nuestra mente la era dorada de las Supremas de Pollo al horno.


martes, 16 de junio de 2009

LSM - Lenguaje de señas de mi madre

. Estar en el asiento del acompañante cuando mi madre conduce es, en si mismo, una experiencia traumática. Es de esas personas que adquieren una posición extraña frente al volante: tira el asiento hacia adelante, lo más posible sin que se salga; se inclina hacia el vidrio dejando el rostro a 20 cm del parabrisas, frunce el ceño y mira hacia ambos lados continuamente mientras conduce a un 50% por debajo de la velocidad permitida, lo que transforma al vehículo en un perpetuo auto de caravana fúnebre. Resumiendo: si necesitás llegar rápido, mejor ir caminando.

. Eramos los primeros de una larga formación de autos esperando en el semáforo. Cuando cambió a verde mi madre puso primera, pero aceleró tan fuerte que el auto se ahogó y se detuvo. Intentó ponerlo en marcha nuevamente, pero había dejado el cambio puesto, por lo que el pobre auto comenzó a pegar tirones sin lograr arrancar. Los autos de la larga fila comenzaron a tocar bocina. Mi madre se puso algo nerviosa y trató de ponerlo en punto muerto pero se pasó y puso segunda, por lo que el segundo intento de arranque también se truncó. Los tirones nos habían llevado a la mitad del cruce de las calles y la sinfónica de bocinas comenzaba a agrandarse. Mi madre se puso más nerviosa y comenzó a hacer ademanes sin lograr sincronizar sus movimientos; le daba marcha pero no aceleraba, sacaba el cambio, aceleraba sin dar marcha, etc. Fueron segundos eternos. La camioneta que estaba detrás nuestro nos adelantó por izquierda y al paso gritó "¡Vieja Boluda!". Mi madre se puso MUY nerviosa y comenzó a hacer una especia de don pirulero frenético con sus manos hasta que extendió un brazo y levantó la mano en señal de fuck you, sin embargo el dedo extendido hacia el otro conductor no fue el medio sino el índice. En ese momento, mi rostro pasó de rojo a amarillo y luego a verde, mientras en mi cabeza una frase me adelantaba por izquierda: "al final el tipo tiene razón, vieja... y boluda".


viernes, 12 de junio de 2009

De Ripley...

El 12 de junio de 2009 14:32, xxxxxx xxxxxx escribió:

Hijito, ya no me duele el pie. Gracias por haber ido a lo de Doña xxxxxxxxxxx. Te voy a llevar algo lindo de regalito.
¿Cómo anda todo por allá? Deciles a tus hermanitos que le escriban a su pobre madre, que nadie se acordó de ella cuando estaba convaleciente.
Nos quedamos este fin de semana a pasear y el domingo a la noche salimos para el coloquio de Tubinga.

Besos, Mamá.

. Creer o reventar... Plop.


lunes, 8 de junio de 2009

Mail-Bomba

. Es la quinta vez que lo leo y todavía no lo puedo creer. La primera vez pensé que era un chiste. La segunda vez vi que era en serio. La tercera fue para cerciorarme. La cuarta lectura me llevó a hacer una antología mental de este tipo de situaciones de su parte, ya que no es la única. Copio, pego y releo por quinta vez y no logro creerlo del todo. Estoy casi seguro de que el propósito primordial de las madres en este mundo es hacer pasar vergüenza a sus hijos. No una vergüenza frente al otro, sino una vergüenza personal y primigenia que nos hace preguntarnos una y otra vez quién es esa persona que nos ha criado todo este tiempo.

. Los pongo en contexto para que entiendan la gravedad del asunto: mi madre es doctora de la facultad de ciencias humanas, reconocida -dentro de su círculo- y publicada en varias revistas especializadas. En este momento está en Europa, saltando de simposio en conferencia y de biblioteca en museo; paseándose cual vedette de las letras duras en los pasillos de las mejores universidades europeas.

. Y me acaba de escribir un mail hace unas horas...

El 8 de junio de 2009 10:21, xxxxxx xxxxxx escribió:

Hijo, haceme un favor. Andate hasta xxxxxxxxxx xxx (N. del A.:dirección a la cual supuestamente me tengo que dirigir) y decile a Doña xxxxxxxxxxx, la curandera, que se me torció el tobillo derecho y se me hinchó tanto que no puedo caminar. Necesito que me cure lo antes posible porque estoy tirada en el hotel sin poder hacer nada de nada y quiero salir a pasear. Hoy se fue un grupo a Toledo y no pude ir de tanto que me duele.
Acordate de decirle que es el derecho.

Cómo están tus hermanos? hacen mucho lio? si ensucian limpien todo, que no llegue yo y sea todo un chiquero. Contame algo que estoy acá tirada y no puedo hacer nada.

Besos.

Mamá.

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. Mi respuesta:

En pleno siglo XXI, dando conferencias en europa y paseando por la Puerta del Sol, vos me decis por MAIL, que vaya a ver a una curandera????? Por que no llamás a un médico, o para que contrataste el seguro ese que cubre todo?

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El 8 de junio de 2009 13:57, xxxxxx xxxxxx escribió:

Los médicos son unos chantas y no saben nada. Haceme caso y andá a ver a la curandera y decile que es el tobillo derecho. Es la que le sacó los cálculos a tu padre. Yo voy siempre que tengo algo, es buenísima.
Lleva xxx pesos
(N. del A.: si, tres cifras señores), pero no se los des a ella, que no puede agarrar plata, se los tenés que dejar a la chica que te atiende, que es como la secretaria


Mamá.


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