jueves, 1 de octubre de 2009

Et voilà!

Comenzó como podría comenzar una película francesa de Cantet:

INT. ESTACIÓN DE SUBTERRÁNEOS MIRAIL-UNIVERSITÉ. DÍA

. La estación de la ciudad de Toulouse, Francia, esta vacía. Un reloj de leads rojos muestra "dimanche XX/XX 9:23". La luz de tubos de la estación baña todo el lugar de forma difusa y pareja, el metal reluciente y las paredes blancas dan ese tono impersonal que tienen algunos lugares europeos, propios del bienestar y neutralidad del primer mundo o de las pesadillas de Huxley. La linea del andén se pierde en una fuga al infinito, junto con las paredes que lo enfrentan. Sobre una de las paredes, una garita metálica encierra a una chica vestida de chaqueta azul y rodete en el pelo. La chica está inmóvil, mirando hacia adelante. Detrás de la garita, una luz de otro tono indica una salida hacia el exterior.

SE ESCUCHAN UNOS PASOS
QUE COMIENZAN A REVERBERAR
CADA VEZ CON MAS INTENSIDAD.

. La mujer de la garita gira levemente la cabeza hacia los pasos, esperando. De la luz que da al exterior entra Mimadre vestida con pantalones negros, una blusa clara, una camperita de cuero marrón, lentes oscuros y una mochila verde petróleo a la espalda. Se acerca a la garita, se saca los lentes, se descuelga la mochila, la abre, busca dentro de la mochila mientras sostiene los lentes en la mano, continua buscando, deja los lentes sobre el mostrador de la garita, se agacha, apoya la mochila en el suelo, busca dentro de la mochila, saca cosas de a una y las va colocando alrededor de la mochila, encuentra lo que buscaba. Deja las cosas y la mochila en el suelo y se levanta. Abre el monedero y le da un billete a la muchacha. La muchacha le da una tarjeta de pasaje y el cambio. Mimadre toma el pasaje, guarda el cambio y se agacha a meter las cosas nuevamente en la mochila. Sale caminando hacia los molinillos, la chica de rodete golpea el cristal de la garita, Mimadre se da vuelta, la chica le señala los lentes sobre el mostrador de la garita. Mimadre vuelve y toma los lentes. Mimadre camina hacia los molinillos. Los molinillos están a mitad del andén. Mimadre llega a los molinillos, inserta la tarjeta de pasaje. La maquina chupa la tarjeta y comienza a hacer ruidos extraños, ruidos que no son de maquina del primer mundo.

LA MAQUINA HACE RUIDOS
DE MOLINILLOS DE
ESTACIÓN RETIRO,
ESFORZÁNDOSE POR TRABAJAR,
RUIDOS DE MOLINILLO DE TERCER MUNDO.

. La máquina escupe la tarjeta nuevamente hacia atrás y muestra "erreur" en el display. Mimadre vuelve a colocar la tarjeta una y otra vez más pero la maquina sigue mostrando "error" en la pantalla. Mimadre toma la tarjeta; prueba el molinillo para ver si gira, pero esta trabado. Mira hacia ambos lados del anden vacío y se manda por debajo del molinillo. Tiene la cabeza del otro lado, pero se le trabo la mochila, tironea y tironea pero no logra zafar.

SE ESCUCHAN REPETIDOS SILVATAZOS.

. De la nada, aparece corriendo un policía francés con un silvato en la mano y comienza a increparla. Mimadre está atrapada debajo del molinillo e intenta explicar su proceder. El policía, ferrea y evidéntemente, le indica la falta que está cometiendo. Mimadre intenta explicar qué pasó en un inglés casi ininteligible.

OFICIAL DE POLICÍA
Je ne parle pas l'anglais

. Mimadre, en su desesperación, pronuncia las únicas palabras de francés que aprendió para sobrevivir en un país negado al aprendizaje del idioma anglosajón.

MIMADRE
Café au lait. ¡Café au lait!

El policía francés, envuelto en su primera experiencia surrealista, se queda mirando a Mimadre atrapada, agachada, en el molinillo. Mimadre toma la tarjeta y la levanta lo más alto que puede desde su posición.

MIMADRE
¡Error! ¡Error!

. El policía toma la tarjeta, la revisa. Mira la gran flecha blanca que indica en que posición hay que poner la tarjeta dentro de la máquina, la coloca en la máquina y el molinillo acciona a la presión ejercida por los tironeos de Mimadre que, en un movimiento involuntario pero feliz, se para y evita quedar desparramada en el medio del andén.

. Empezó como una película francesa... pero terminó como una comedia argentina de Juan José Jusid.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Café au lait!!!! genial!!! Final feliz! (como buena película de Jusid?)

Sil dijo...

Esto confirma para siempre la hipótesis de que los franceses son unos soretes amargados, si el guarda no largó la carcajada con tu madre enredada en el molinete gritando "cafe au lait" no quedan esperanzas para ellos.

El Cíclope Catódico dijo...

nadasepierde... no pienso contestar tu chicana entre parentesis... jajaja

Sil, muy bueno... por ahi el tipo largaba si remataba con un croisant pero tenes razon... a los europeos les falta una buena transfusion de sangre...

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