sábado, 3 de abril de 2010

De la Aspirineta a la Ritalina

Cuando esta amiga de Mimadre llegó a Canadá para instalarse con su familia, le escribía acerca de lo que personalmente llamo "the big little differences"; esas pequeñas cosas que hacen la diferencia entre el primer y el tercer mundo. Son pavadas del estilo: mientras que el encendedor básico que tenemos en nuestro quioscos es el transparente (justificado en visualizar que no te garquen con el gas), in the first world el encendedor clásico es el de la afamada marca de lapiceras, que además tiene que tener un sistema antipurretes (seguramente por ley) para evitar que los más pequeños tengan un accidente. Mientras que nuestros chicles en tiras vienen envueltos en papel, dando lugar a deformaciones nefastas dentro de la cartera de la dama y el bolsillo del caballero; en países con alto nivel económico, los mismos vienen en estuches de plástico duro reciclable (of course). Pequeñas diferencias que hacen la gran diferencia.
Este tipo de cuestiones llegan hasta niveles risibles de marchas de protestas hiper organizadas donde una agrupación de personas, con su pancarta a full color recién salida de una imprenta, marcha en círculos de fila india coreando latiguillos en un tono preciso.
En una ocasión escribió acerca de cómo tres o cuatro personas (el mínimo indispensable para hacer -por ley- una protesta o marcha) se agruparon porque apareció un oso en un parque de la ciudad y abrieron un desmesurado debate en los medios y la política acerca de qué medidas deberían tomarse con el úrsido invasor. Obviamente, todo el debate generado le dio tiempo al oso de estar ahí, boluduar, rascarse las partes púdicas y volverse al bosque a pasito corto, con las manos en los bolsillos y silbando su canción favorita de Moris, cuando se le cantó la gana.

De éste tipo de cosas se escribía esta amiga con Mimadre, y del debate interno que tenía de si mandar a su hijo pequeño (de unos cuatro o cinco años) a una escuela con un sistema ortodoxo de educación o insertarlo dentro de una pedagogía con nombre de ensalada de apio y manzana verde. Finalmente terminó inscribiéndolo en una institución convencional que, desde nuestra perspectiva tercermundista, es una escuela con altos tintes progresistas.
El cuerpo docente -preocupado por las salud física y mental de los pequeñuelos- enseñaba, desde los primeros días de escolaridad, los números y una canción cuya letra indicaba un sencillo marcado de teléfono a donde los niños podía llamar si eran objeto de abuso por parte de algún adulto.
Cuestión es que el niño era niño, y como todo infante se mandaba macanas y su madre lo retaba por eso y amenazaba con darle un chirlo. Cuando las amenazas de su madre llegaban a algún tipo de contacto físico, el pequeño diablillo comenzaba a cantarle la cancioncita que le habían enseñado en el jardín a la vez que marcaba el compás meneando su diminuto índice de lado a lado. En principio pareció un remate divertido y original que terminaba en risas por parte de la madre, hasta que se mandó una grande, a big one. En esa ocasión no hubo previa amenaza sino que la madre paso al chirlo directo y sonante. Haciendo puchero, con ojos llorosos y rabia brotando del rostro, el purrete la miró fijo a los ojos y comenzó a cantar la ya ofuscante letra que habia aprendido. No llegó a terminar la primera estrofa entre lamentos, que su madre lo llevó del buzo hasta el teléfono, levantó el tubo, le puso la mano en el teclado y en perfecto castellano y tono argentino comenzó a decirle "dale, llamá. Llamalos así vienen, te llevan y no me volvés a ver nunca más. A ver si eso te parece lindo".
Todo el progresismo del primerísimo primer mundo se desplomó ante la tanada de una madre argentina.
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10 comentarios:

no importa quien soy dijo...

jajajajajaajaja!!!!!!!! Me hiciste cagar de risa!

La Argentinidad al palo! Donde quiera que estés, aflora!!!!!

Abrazo!!!!!!!!!!!!!!

YESS dijo...

Me hace acordar mucho a mi mamá, con la diferencia de que eso no me da risa...

El Cíclope Catódico dijo...

Hola Yess... Wellcome...
a mi tampoco me da risa... sufro.

Anónimo dijo...

Que sociedad atacada, aquella.
Cria cuervos, que te sacarna los oos!

Acá habla mi madre: un buen sopapo a tiempo, ahorra muchos problemas. Será?

un beso

YESS dijo...

por donde andas?? quiero leer mas!!!

El Cíclope Catódico dijo...

ya vuelvo... fui a comprar puchos... jeje

poco tiempo, en cuento pueda actualizo...

Laura dijo...

uhhhhhhhh que psicoapio ni psicomanzana!!!! Eso es psicologia tana y no macana!

Lila Biscia dijo...

Que buen blog!!!! Llegue desde NIQS! Me hiciste reir mucho! Me acuerdo de mi vieja (hippie) y de mi como madre!
Estuve a punto de mandar a mi hijo al colegio con pedagogía de ensaladas! jja (era demasiado amor y paciencia con el prójimo... imposible!)
te sigo.
beso.

El Cíclope Catódico dijo...

Gracias LB es LB... bienvenida a tu subconciente...

Una dato... disculpame que te diga, pero si pensaste en mandar al POBRE pibe a una escuela con nombre de ensalada... tu madre no era la hippie, la hippie sos vos.

El Cíclope Catódico dijo...

Gente, prometo escribir alguna pavada dentro de poco... cuando tenga one minute... lo que no prometo un carajo es que vaya a ser algo interesante... es mas... prometo que va a ser basura...
el que avisa no traiciona...

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